domingo, 24 de junio de 2007

INSIGNIFICANTE

Como un amanecer para la enternidad...
Como una estrella para la inmensidad del firmamento...
Como un grano de arena para el desierto...
Como una gota de agua para el gélido océano...
Como una pequeña margarita para una infinita pradera...
Soy amanecer, estrella, arena,
agua y margarita pequeña...
¡Tan insignificante como ellas!
La Hermanita de la Caridad

domingo, 17 de junio de 2007

17 DE JUNIO

Hoy es un día normal, quizás algo más lluvioso de lo que estamos acostumbrados en estas fechas.
Hace 24 años que vi el mundo por vez primera. La verdad es que no me parece ni mucho ni poco ("ni para comerse el coco", como dirían Hombres G). No es un día ni alegre ni triste, es posible que sea un punto de inflexión, que me da la oportunidad de recapacitar y plantearme ciertas cosas.
Hoy es un día en el que hablo con personas a las que no veo más que en 2 ó 3 ocasiones al año, y con las que tampoco hablo a menudo. Familiares y amigos que, por la inercia del día a día, se van quedando en su mundo inexpugnable, pero que abren una ventana en el fortín que han construido para sacar la cabeza y desearte lo mejor. Me parece bien, la verdad. Me resulta gratificante saber algo de ellos después de tanto tiempo.
En fin, hoy es mi cumpleaños, soy feliz, y espero seguir así.

Existen unos relatos, narrados por el jefe samoano Tuiavii de Tivea, en los que describe al hombre blanco y todo lo extraño desde su punto de vista. Uno de estos relatos habla sobre la percepción del tiempo, y de los cumpleaños. Leed este fragmento, es muy curioso:

"Hay Papalagi que dicen no tener nunca tiempo. Caminan aturdidos como si hubieran sido tomados por un aitu y dondequiera que se muestren provocan desastres, porque han perdido su tiempo. Estar poseído es una terrible enfermedad que la medicina del hombre no puede curar y que contagia a muchos otros, volviéndolos profundamente infelices.
Porque los Papalagi siempre están asustados de perder su tiempo, no sólo los hombres, sino también las mujeres y hasta los niños pequeños; todos saben exactamente cuántas veces el sol y la luna se han levantado desde el día en que vieron la gran luz por primera vez. Sí; juega un papel tan importante en sus vidas, que lo celebran a intervalos regulares, con flores y fiestas. Muy a menudo he observado que la gente tenía que avergonzarse por mí, porque me preguntaban mi edad y yo empezaba a reírme y no la sabía. «Pero tú tienes que saber tu propia edad». Entonces guardaba silencio y pensaba: es mejor para mí no saberla.
¿Cuántos años tienes?, significa cuántas lunas han vivido. Examinar y contar de ese modo está lleno de peligros, porque así se ha descubierto cuántas lunas suele vivir la gente. Entonces guardan eso en la mente y cuando han pasado una gran cantidad de lunas, dicen: «Ahora tengo que morir pronto». Se vuelven silenciosos y tristes y, en efecto, mueren después de un corto período".

La Hermanita de la Caridad

miércoles, 13 de junio de 2007

¿CÓMO CAMBIA TU CARA?

Entreteniendome hoy mirando blogs, he visto un post en Peces en la arena que me ha gustado bastante. Habla de una aplicación que, por lo visto, ha desarrollado la Universidad St Andrews.

Face Transformer, que así se llama el invento, nos permite coger una foto nuestra y comprobar cómo sería nuestra cara si fuéramos de otra raza, tuviéramos otra edad, o fuésmos una pintura!
Yo he cogido dos fotos y lo he ido probando y, la verdad, me he reido un ratito. Os vais a reir de mi, pero comprobadlo con vosotros mismos y me contáis:



Las fotos originales eran:



La Hermanita de la Caridad

lunes, 11 de junio de 2007

INMIGRANTES

Hace bastante tiempo, al menos tres años, escribí algo sobre la realidad que vive nuestro pueblo con respecto a la inmigración. Hoy en día sigo pensando lo mismo, salvo algunos matices que, con los años y las experiencias se han ido definiendo. Aún así, lo voy a poner tal y como lo escribí:

Me gustaría que cuando salieseis hoy a las calles de nuestro pueblo observáseis a las personas mientras caminan. No caminéis con la cabeza gacha, mirad a la cara a esas personas que se cruzan con nosotros en cada esquina. Y pensad: ¿de cuántos lugares diferentes provienen?, ¿qué habrá pasado en sus vidas para llegar hasta aquí?, ¿por qué?, ¿cómo lo han coseguido?. Seguro que sólo podréis contestar a la primera pregunta que os planteo, porque es en lo único en lo que nos fijamos cuando vemos a una persona, en seguida nos damos cuenta de que no es de Rociana y, a la vez, de que no es de España.
¿De verdad hay que hacer esas distinciones? No sabemos como se sienten esas personas cuando los miramos. Nosotros no nos damos ni cuenta de cuál es la expresión de nuestra cara cuando los observamos, pero ellos lo notan rápidamente. Se han hecho especialistas en adivinar miradas.
Vamos a pensar un poco en nuestros casos (que parece que sólo así somos capaces de entender a otras personas). ¿Quién no conoce a alguna persona que ha tenido que emigrar a otras regiones de España e, incluso, fuera de nuestro país? Son personas que se fueron sin nada, y volvieron con una vida (sólo eso es lo que iban buscando). Pongámonos en su pellejo, es inimaginable el desarraigo que sentían esas personas cuando se iban sólas, sin conocer el lugar ni el idioma, gente normal, que nunca habían salido del lugar dónde vivían. Y a estas personas cuando iban, por ejemplo, a Alemania, no les gustaría que les llamaran "los españolitos" de manera despectiva, que no les miraran, que no les dieran trabajo, que no les ofrecieran su amistad, que desconfiaran de ellos, ...
Pues bien, eso es lo que estamos haciendo nosotros. Afortunadamente ahora nos encontramos en una situación privilegiada (aunque no lo creamos). Nos permitimos el lujo de elegir y desechar algunos trabajos. Personas de otros países vienen buscando trabajo aquí, cosa impensable cuando eran nuestros familiares los que tenían que irse. Nosotros les tachamos de "polacos", "rumanos" o "moros". No nos molestamos en conocerles y saber sus nombres ni sus historias personales. No intentamos enriquecernos con sus vivencias y sus culturas. No sabemos que muchas de las personas que cogen nuestros frutos en el campo (a los que no se les paga lo que merecen), que limpian nuestras casas, que sirven nuestras copas, son personas con una vida difícil, personas con estudios superiores, que han dejado su vida en su país y también a su familia y a sus apoyos personales. Y un día decidieron buscar la vida que querían y merecían, trayendo pocas cosas que les recordaban su pasado. Vinieron, a veces, en condiciones infrahumanas. Pero eso no lo valoramos, lo que significa que no valoramos su vida. Y cuando llegan aquí se encuentran con el rechazo de la mayoría de las personas.
Incluso se ofrecen puesto de trabajo con un requisito: "que la persona sea española". ¡No puede ser! ¿No dice la Constitución (que todos vemos como un tesoro) que no se debe discriminar a las personas por su raza, lengua, religión, sexo,...?
Todo lo que hacen lo miramos con lupa. Generalizamos a todo el colectivo cuando hay problemas con un individuo. Criticamos despiadadamente cuando conocemos el caso de un hombre o mujer que se han enamorado de estos buscadores de sueños, cuestionamos sus razones (¿ya no creemos en el amor?).
Estas personas que se encuentran en nuestro pueblo se intentan integrar, participan de nuestras fiestas, van a los mismos sitios que nosotros, han aprendido rápido y casi a la perfección nuestra lengua. Todos hemos visto a alguno de ellos, por ejemplo, llorar viendo a Nuestra Virgen del Socorro o de los Dolores, y bailar al son de nuestras sevillanas.
Todo esto es una realidad, ¿por qué luchar contra ella?. Aprovechemos y aprendamos de ellos. Sólo así, cuando paseemos por la calle y miremos a la cara a las personas, veremos una rica mezcla cultural y sobre todo, veremos a muchos vecinos y amigos de diferentes procedencias.
Así conseguiremos responder a todas las preguntas que se planteaban al principio, ¿qué cosas han pasado en sus vidas?, ¿por qué están aquí?, y ganaremos todos.

La Hermanita de la Caridad
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