jueves, 12 de junio de 2008

No quiero ser el herrero que repara la armadura del gladiador herido en la batalla. Fragua a la que vuelve cada vez que necesita un arreglo para, de nuevo, hacerse fuerte.
Si puedo elegir, prefiero ser armadura, contra la que estallen las espadas, y ser de un acero tan fuerte y noble que no ceda ni un milímetro a los envites de las armas, y nunca más el guerrero sentirse dañado y débil...

La Hermanita de la Caridad

2 comentarios:

Callejuelo dijo...

Di, que sí. Nada de ser un pañuelo de lágrimas

f-18 dijo...

En el abrir los ojos y llenar la mirada
se esclavizan mis días de amaneceres nuevos
y vierto en la rutina, frustraciones y enojos
causal de lo inconexo, desvaríos sin tiempo

En cada despertar, espero de lo eterno
le impongo al egoísmo minutos de silencio
la tregua en que respiro átomos de universo
despojos de sapiencia que devela el misterio
Allí están ordenados, secuenciales, prolijos
cada paso que he dado, desatinos y aciertos
minutos de mi vida que perdí persistiendo
en crear fantasías para ahuyentar los miedos

Allí están los amores, las pasiones dormidas
la ternura infinita, el camino hacia el cielo
allí están encerrados los pequeños recuerdos.

Cada cual con su nombre, su música, su sueño.

"" tiene mas moraleja de lo que parece a simple vista solo piensa un poco ""

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