Como siempre, Granada es majestuosa, con sus calles llenas de bares, donde degustar su gastronomía, la posibilidad de contemplar su arquitectura en cada rincón, transportarte a su historia antigua, deleitarte con sus olores por los barrios árabes... Y culminar con la Alhambra, muestra de arte nazarí sin parangón y que demuestra a cada paso por qué opta a ser una de las nuevas maravillas. Aunque sus leones hayan abandonado tristes su ubicación ancestral para pasar por la cirujía de la remodelación, en cada uno de sus recovecos, en los que se unen arquitectura y jardinería, hay algo que admirar. Sin palabras...
Una sucesión de casas blancas salpicadas por las montañas es lo que se observa cuando te adentras en las Alpujarras granadinas. En esta comarca destaca, entre otros, Lanjarón, pueblo por donde el agua baja cantando por sus calles empedradas y sale sin cesar por sus muchas fuentes inagotables, donde el cansado visitante puede echar un trago que le ayude a continuar el camino.
No nos podiamos permitir irnos de Granada sin pasar un día en Sierra Nevada. Sus nevadas cumbres, donde se dan las nieves perpetuas, se vislumbran desde cualquier punto de la provincia. Aunque este año ha sido escaso en nieves, los deportistas y aficionados se desplazan en masa hasta sus pistas. Me quedé con el gusanillo de esquiar, actividad que me encanta, pero alquilamos unos trineos con los que nos divertimos como enanos deslizándonos por las laderas de las montañas.
Nuestro campamento base fue Almuñecar, ciudad con reminiscencias árabes, que mezcla en su paisaje su historia con la benignidad de sus playas y sus montes escarpados. La buena temperatura (una media diurna de unos 25 ºC) nos permitió disfrutar de agradables caminatas por su paseo marítimo y de las terrazas situadas en éste. En esta localidad, con sabor marinero, uno de sus lugareños tuvo el arte de convertir su casa en lo que es su pasión, dandole una muy conseguida forma de barco. Os pongo una foto, para que lo veais.
En fin, vuelvo a casa con los encantos de esta tierra impregnados en mis pupilas, y con deseos de volver a visitarla.
Qué acertado estuvo el mexicano Francisco Alarcón Icaza al exclamar:
"Dale limosna, mujer,
que no hay en la vida nada,
como la pena de ser,
ciego en Granada"
La Hermanita de la Caridad
2 comentarios:
Más adelante probablemente ponga algunas fotos más.
Es que Graná es mucha Graná. La verdad es que una ciudad fantástica que como he dicho en otras ocasiones he quedado fascinada de ella.
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