sábado, 21 de julio de 2007

FRUSTRACIÓN

Yo, que quisiera desatarme del suelo, poder abrazar la inmensidad del cielo, sentir la libertad infinita que posee.

Yo, me hundo cada vez más bajo la tierra, atada de pies y manos, sintiéndome caer en una espiral descendente, un cículo vicioso sin fin que me arrastra, me engulle sin posibilidad de aferrarme a nada, ni un pequeño saliente que, como en el mejor de los sueños, siempre está oportunamente colocado para salvarte, aunque sea en el último momento.

No hay nada, nada que me ayude ("¡levántate y anda!"), nadie que enjugue mis lágrimas y me dé alas.

La Hermanita de la Caridad

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